jueves, 4 de junio de 2009

1a. Lectura
Para entender la realidad
Macario Schettino
Comprender la realidad es muy complicado. Ya alguna vez comentamos aquí acerca de cómo nuestras estructuras mentales nos ayudan a lograrlo, pero al mismo tiempo nos reducen la visión. Es decir que entender implica perder una parte de la información, a cambio de darle sentido al resto. Diferentes estructuras mentales nos permiten comprender más, o menos, lo que ocurre en el mundo. No todas las aproximaciones a la realidad, pues, tienen la misma utilidad.
La estructura más elemental es aquella en la que ya tenemos una explicaciónpara las cosas, que nos llega de alguien más a quien otorgamos autoridad. Estaexplicación previa a la realidad la confirmamos eligiendo sólo los fenómenos quecoinciden con ella, y desechando los que la contradice. Esta es una estructuramental religiosa, aunque no requiera tener dios. Pero incluso entre los religiososesta forma de ver el mundo se considera demasiado simple, es la "fe delcarbonero". . •- ;; ;
Una mejor estructura mental es la teológica, en la que sigue existiendo una explicación previa a la realidad, pero se permite la duda. Así, cuando hay hechos que contradicen la explicación, se busca cómo adaptar los hechos. Ocasionalmente se puede incluso modificar la explicación, pero sólo superficialmente.
La mejor estructura que tenemos es la científica, en la que son los hechos los que construyen la explicación, que se mantiene hasta que los hechos la modifican. De esta manera, lo que tenemos es una secuencia de explicaciones siempre transitorias, pero siempre sólidas, porque se basan en hechos, no en decisiones de autoridades.
Esta breve clasificación de estructuras mentales es, sin duda, muy sencilla, pero me parece que nos puede ayudar a entender mejor lo que ocurre a nuestro alrededor. La mente humana no nace terminada, se construye durante nuestra vida. De hecho, físicamente el cerebro termina de configurarse después de los 18 años, cuando los lóbulos frontales se "conectan" con el resto. Es decir que no nacemos preparados para la estructura que he llamado científica, sino que la construimos con el tiempo.
Es por eso que una gran cantidad de personas no tienen esta estructura para enfrentar la realidad. Una estructura mental científica requiere mucho esfuerzo para construirse, y para mantenerse, porque exige ponerse a prueba con cada dato que llega del exterior. En cambio, una estructura simplemente religiosa no causa problemas. Todo lo que ocurre es fácilmente explicable: basta con acudir a la autoridad.
Si usted se pregunta por qué estamos hablando de este tema en este momento, tengo dos respuestas. Una, porque nuevamente entraron los niños a la escuela, que es en donde más tiempo pasan mientras se va desarrollando su cerebro. Es ahí en donde podrán adquirir las habilidades necesarias para tener una estructura mental científica, o en donde su natural curiosidad se transformará en la bovina aceptación de la autoridad.
Me parece que seguimos sin darnos cuenta de cuánto nos cuesta tener un sistema educativo inadecuado. Nuestros jóvenes recién salidos de secundaria están incapacitados para competir con el primer mundo, como se le decía antes. Y eso implica que México no es competitivo, pero también que un porcentaje muy grande de los jóvenes jamás podrá obtener buenos ingresos. Dos terceras partes de los egresados de secundaria en México no son capaces más que de seguir instrucciones simples, como ya lo hemos comentado en otras ocasiones (resultado del examen PISA 2003). Y por seguir instrucciones simples no existe salario elevado.
Pero también le comento acerca de las estructuras mentales porque me parece que le ayudarán a comprender mejor la situación política actual. Usted seguramente podrá identificar a los feligreses del Bien de Todos por su marcada incapacidad para aceptar los hechos y sostenerse sólo con la palabra del Purificador. Tampoco creo que sea complicado reconocer a los teólogos que toman los hechos y los adaptan a la Explicación, así broten contradicciones por todos lados.
No pensemos que este fenómeno es novedoso, ni propio de los mexicanos. Es lo más común en la historia, resultado de la combinación de estructuras mentales simples y de una ambición desenfrenada de poder. Los números indican que se trata de una quinta parte de la población, lo que implica un avance frente al siglo XVII, pero no sé si suficiente para el XXI. Eso lo sabremos pronto.Profesor en la EGAP del ITESM-CCM

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